Resumen de: "El adulto y el juego del niño" (lectura del trimestre)


La conclusión a la cual he llegado mediante este libro, ha sido que la figura educativa tiene que ser una guía para los niños/as, ya que tiene que ser capaz de orientarlos y guiarlos a través de los diferentes aprendizajes y obstáculos con los que se van a encontrar a lo largo de su vida.

En relación al juego, el educador/a tiene que potenciarlo, puesto que es una fuente de aprendizaje para los niños/as. Mediante el juego, el niño/a esta activo, enriquece sus conocimientos, descubre, se mueve... Todo esto es fundamental para el desarrollo del niño/a, como ahora para potenciar sus capacidades cognitivas, emocionales, motoras... Cabe mencionar también, que el niño/a juega porque quiere, el juego es una motivación que surge de su interior, y no una obligación.
El educador/a tiene que poder garantizar la seguridad y la tranquilidad de los niños/as, todo esto mediante la observación directa que realiza de los mismos. A través de esta observación, el educador/a puede conocer más profundamente al niño/a, y saber cuales son sus interés y sus necesidades. Referente a la actuación ante el conflicto, también entra en juego la observación que hace el educador/a de los niños/as. Es necesario que este sepa como actuar en cada momento, no es bueno que ni actué precipitadamente ante un conflicto, ni tampoco que tarde en actuar. A través de la observación, puede ver como se desenvuelve el conflicto en sí, y actuar cuando este exceda unos limites. A la hora de intervenir, no debe reñir, ni gritar, ni hablar alternadamente, si no que debe explicar la situación, e intentar hacer llegar a los niños a un acuerdo sobre el conflicto que ha surgido. Como último recuso separará a los niños si este conflicto no se resuelve.

En resumen a todo esto, la mejor ayuda que puede realizar el educador/a en el juego del niño/a sería la siguiente: Primero de todo preparar y adecuar el espacio a las necesidades de los niños/as, al igual que el orden del mismo. Otra forma de ayudar al niño/a es no interrumpiendo su juego y dejando que este sea fluido y libre, si que se le puede aconsejar, pero nunca obligar o forzar ha jugar a algo que no quiere. Tampoco debemos corregir su juego, no hay una única forma correcta de jugar a un juego, sino que el niño puede experimentar y probar diversas maneras. Otra forma de ayudar al niño/a, como ya hemos mencionado anteriormente, seria conociendo sus necesidades y sus interés, de esta manera nos podremos aproximar mucho más a él/ella. Todo esto estaría enlazado con el vínculo afectivo que debemos crear con el niño/a, para que este proceso se pueda llevar de la mejor manera posible. 

(Att: Daniel Valls Company)




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